Ximena MARTELL
En menos de una semana desde su nombramiento, José Ramón Jaques Mena, nuevo titular de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, Vialidad y Transporte de Apizaco, ha desatado una oleada de críticas y denuncias por parte de los elementos de la policía municipal. Jaques Mena, licenciado en Infantería de Marina por la Universidad Naval, ha sido señalado por implementar una estrategia de militarización en la seguridad del municipio, desmantelando grupos clave y menospreciando a los policías locales.
Entre las medidas más controvertidas de Jaques Mena está la desintegración del Grupo Ciclista Bravo, una unidad que había sido esencial en el resguardo del primer cuadro de la ciudad y que recientemente cumplió 25 años de servicio. Además, el Grupo de Operaciones Especiales (GEO), conocido por sus intervenciones tácticas, también fue desmantelado. Según denuncias de los propios elementos, el nuevo titular considera que estos grupos “no sirven de nada”, lo que ha generado un profundo malestar y preocupación dentro de la corporación.
La situación se agrava con reportes de que varios elementos de la policía municipal han sido desarmados por órdenes directas de Jaques Mena. Este movimiento, percibido como un claro esfuerzo por imponer control militar sobre la policía civil, ha encendido alarmas entre los oficiales, quienes ya advierten sobre un posible paro de labores si no se respetan sus derechos y grados policiales. La imposición de elementos de la Marina para tomar el control de la Dirección de Vialidad y otros departamentos solo aumenta las tensiones.
Las críticas no se limitan solo a las decisiones de Jaques Mena. Los policías señalan que su llegada podría replicar los malos resultados de Alberto Martín Perea Marrufo, el actual Secretario de Seguridad Ciudadana, cuyo desempeño ha sido ampliamente cuestionado. Desde que Perea Marrufo asumió el cargo, los niveles de inseguridad en el estado se han disparado a niveles alarmantes, registrando en agosto el mes más violento con cerca de 20 homicidios dolosos.
El panorama es preocupante. La decisión de militarizar la seguridad en Apizaco, una estrategia que muchos consideran ineficaz e inadecuada para el contexto local, pone en riesgo no solo la operatividad de la policía municipal sino también la confianza de la ciudadanía en sus autoridades. En un momento en que la seguridad debería ser una prioridad, la imposición de tácticas militares y el desdén por los elementos locales podrían generar más conflictos que soluciones.
Apizaco se encuentra en una encrucijada. La comunidad y los propios policías demandan respuestas y acciones que realmente aborden las preocupaciones de inseguridad, no más medidas punitivas que socaven la cohesión interna y la efectividad del cuerpo policial.